15 junio 2013

RAÍCES ROJAS

Tengo ADN rojo. Me crié escuchando a mi viejo hablar de Bochini, de proezas y noches de Copa. De la dupla única junto a Bertoni. De Burruchaga, de Sastre, de Erico. De Marangoni. ¡Andá a sacarle la pelota a Marangoni! De ese pibe, el Dany Garnero, que estaba destinado a ser el heredero que no fue. Las raíces, ¿vio?

Se respiraba el paladar negro, con la pelota al piso y pierna fuerte templada. No alcanzaba con ganar, había que jugar bien. Jugar bien al fútbol, como River, pero con sangre. Con sangre, como Boca, pero jugando bien al fútbol. Pero, siempre hay un pero. Los éxitos empezaban a ser de otros. El club modelo que traía 2 jugadores por año se olvidó el libreto y el óxido carcomía las Copas. La historia tomaba otro rumbo, e invitados inesperados se anotaban a cenar.


En el medio del despojo, el divorcio de hecho y el espiritual. El nene buscaba identidad, renovación. Apareció Temperley en mi vida, por azar, por elección, por convicción, por sentido de pertenencia y posterior militancia. Porque yo milito en Temperley, y lo llevo a donde voy. Fue con mi viejo que fui a ver al Cele por primera vez: de casualidad leí en el diario a los 8 años (si, leía el diario a los 8) que en la C había un cuadro con el mismo nombre que mi barrio. Hinché las bolas, y las volví a hinchar. Fue en cancha de Lanús contra Puerto Nuevo que sucedió: no entendía de donde salía esa marea de gente. Seco, de colado y sin permiso de mis viejos. Viajando solo a Junín, a Rosario, a Laferrere, a Mataderos o a donde sea, la historia continuó. Pero esa es otra historia.

Hoy estoy triste por el Rojo de mi infancia, siento que lo lastimaron de verdad. ¿Muerto? Ni en pedo, los grandes no mueren, se van con pena pero siempre vuelven. Me duele Independiente, como un recuerdo que va y viene, sin cerrarse del todo. Pero, como todo fuerte dolor de la vida, no desaparece y con el tiempo va mutando en aprendizaje. Heridas de guerra que le llaman. Y de guerras conoce el Rojo: en Avellaneda, en La Boca, en Córdoba, en el Maracaná, en Japón y en cada rincón del planeta.

Ojalá vuelva pronto. Mi corazón es y será Celeste, pero el ADN está marcado a fuego con ese color Rojo, hoy más que nunca. Las raíces, ¿vio?

24 diciembre 2012

Otra sidra, por favor...

Llegaron nomás las Fiestas, esa semana en la que inexplicablemente se hacen los balances personales, se evalúan los objetivos, se mira el camino recorrido y se imagina el “qué hubiera sido si…”; días de brindis, de familia, de amigos, de alegrías y tristezas, de sillas vacías y de nuevas personas que aparecen, tan efímeras como eternas, difícil saberlo.
Nunca fui de movilizarme demasiado ante la llegada del gordo de rojo y el nuevo calendario. Hasta no hace muchos años, era el más chico de la familia, y la Navidad me representaba regalos y cohetes. Las clásicas lágrimas de la tía y de la abuela, el abrazo de mis tíos que dejan atrás el barullo, un brindis medido con mi hermano, y el llamado a tiempo de mi viejo y mis abuelos.
De un tiempo a esta parte, las Fiestas fueron cambiando de forma y de contenido. Pasaron los años, y de verdad que pasan rápido. Pero también llegaron mis primos, dos de los seres que más amo en este mundo. Les pasé la batuta de ser los más mimados, ya era hora, ¿no?  Algunas personas ya no están, algunas eligieron otro camino y otras se sumaron a la mesa. Mañana no podré estar con mis abuelos, ya no están, y día a día los extraño un poquito más. Pero los siento cerca, están en estos dedos que escriben, en esta mente que los recuerda  y en este corazón que no los olvida. Dicen que pasa en las mejores familias. No sé, no conozco mejores, sólo conozco otras.
Por razones ideológicas, la Navidad en sí no me representa mucho. Como festejo religioso, lo respeto; como festejo comercial lo aborrezco. Lo siento casi tan cruel como festejar “el Día de la Madre” o “el Día del Niño”. No existe tal cosa, man: ¿Y si festejamos el Día de la Familia, y cada cual se abraza con quien considera adecuado, sin tener que llorar ni recluirse? Gracias a la naturaleza, no tuve que sufrir pérdidas en mi núcleo familiar directo, pero el sólo hecho de pensar el bombardeo comercial en una fecha así sin tener a mi viejo o a mi vieja (ni quiero pensar si perdiese un hijo), creo que me inclinaría al estado más instintivo y salvaje de mi esencia.
 Pero dada la situación de no poder cambiar el rumbo del planeta, me amoldo y disfrutar lo positivo: la reunión de la familia, de los afectos, de los amigos, de los amigos de los amigos, de los vecinos en la puerta. De todo eso que nos une, que nos fortalece, que nos hace ser parte de algo en común. De eso que a algunos les da pánico, de la masa, de la misma expresión. No teman, nadie muerde ni mancha. Total, para dividirnos tenemos al fútbol, a la política, a la religión y a tantas otras cosas abstractas que nos venden día a día.
Creo que ese es el sentido que le encuentro a las Fiestas. Poder juntarnos, encontrarnos. Y mirarnos. Y a las 12, cuando nos miremos, poder comprender que no necesitamos una fecha ni un Papá Noel vestido por Coca Cola en la nieve para poder entendernos. En ese momento, ahí, cotiza alto el valor de lo único que no cambia ni nos imponen. Es nuestra esencia, es nuestra luz interior. Somos vos y yo, son ellos, somos nosotros.  Juntémonos y mirémonos, con los ojos bien abiertos. Para pelear tenemos todo el año. Dale. No te duermas, que despierto no nos pueden confundir*.
¡Salute!
Fede
24/12/2012

* Frase robada al 100%.

09 mayo 2012

UN MUNDO NUEVO

Otro viaje. Al pasado, claro. Cada vez que me detengo a escribir, pienso primero en los casilleros ya ocupados e incluso, trillados. Nostálgico ser, escribidor de poca monta y de subjetiva valentía, aquí voy de nuevo. Hoy es miércoles, y es 9 de mayo. E irremediablemente, como suele suceder cuando conmemoro fechas que sólo a mí me importan, llueve.

En 1991, Kurt Cobain compuso Nevermind, acaso el disco más influyente de los últimos 20 años. Con sus jóvenes 24 años, Kurt atravesaba graves problemas personales, relacionales e incluso sentimentales. Sin ahondar demasiado más en una historia por demás conocida, me quedará por siempre la duda: ¿habremos visto el mejor Kurt, el triste? ¿cómo hubiese sido el universo -y la obra- de un Kurt feliz? Antes de volarse la cabeza con una escopeta en 1994, una de sus últimas canciones rezaba: "Extraño la comodidad de estar triste".

Hace un año terminé una etapa de mi vida. Cambié de laburo, ni más ni menos. Lo que para algunos suertudos es moneda corriente o algo irrelevante, para mi fue dejar de pelearle cuerpo a cuerpo al malo de Goliat. Casi 4 años de agotamiento, esfuerzo, trabajo, vagancia y otras disciplinas modernas. Con 21 años a estrenar, pocas experiencias en el supermercado laboral y un bolso lleno de expectativas había entrado al Mundo del Revés (guiño, guiño).

Tiernito, confianzudo, ignorante, caradura y perfumado. Así me creí el cuentito los primeros meses antes de configurar la real dimensión del escenario. Poco a poco fui conociendo -a prueba y error- cualidades humanas en El Mundo del Revés, que sólo creía posibles en películas de Almodóvar o bien, en una versión de camisa y corbata de Policías en Acción. Vi el miedo, vi miserias, vi el punto más bajo que puede ver una persona dentro de una empresa. Conocí la capacidad y la inteligencia utilizadas a la orden del Mal. Fui aborrecido, criticado, defenestrado, odiado, y todas las posibilidades de pasillo imaginables. ¡Y todo a unas cuadras de casa!

Una noche de finales del 2008 sentí que no podía más. Mi vieja, por su condición femenina y por ende, de bruja, tardó unos 9 segundos en darse cuenta. Hablamos. Cuentas fijas por pagar, una Coupé Torino ´73 sedienta y 195 cm de orgullo, eran las trabas que se oponían a la lógica de la renuncia. Esa noche no dormí, y me prometí combatir el Mal desde el Bien, siendo la única real alternativa. Esa frase de "para poder cambiar el mundo, cambiá el tuyo" comenzó a tener sentido. Aguanté, soporté, redoblé esfuerzos y paciencias. Me apegué a quienes compartían visiones, incluso a los tibios y a los vapuleados. Pocos pero buenos, era la consigna. Unos meses más tarde empecé a estudiar una nueva carrera, abrí el bocho y aprendí el valor agregado del trabajo, ese que te permite hacer las 9 horitas diarias más tolerables. Con el tiempo me fui afianzando y sintiendo seguridad. Por presión o por casualidad, algunas figuritas cambiaron: caras nuevas, aire nuevo.

Con energías renovadas y estando seguro de mi  trabajo, El Mundo del Revés dejó de parecerme un laberinto y comenzó a ser cada vez más transitable y pasajero en mi vida. Aprendí a tomarle lo bueno, que -dicho sea de paso- nada tenía que ver sus regalías, sino más bien con la enseñanza palpable y contundente de que todo, tanto lo efímero como lo duradero, tiene un principio y un final.Y el final llegó cuando YO quise, ni antes ni después. El 9 de mayo de 2011 tuve la suerte de empezar a trabajar en otro lugar.

Cada tanto paso por El Revés, a saludar compañeros de lucha. Donde estoy ahora no es la Meca ni es el paraíso; con mayoría de gente de bien, con sentido común y reglas justas, la diferencia es abrumadora. Hoy, a la distancia, es un triunfo personal, una satisfacción enorme de saber que "conmigo no pudieron", y fundamentalmente, de saber que el fuego interior es el arma principal de quienes intentamos el Bien. Para preocupación de unos pocos, hoy no me siento como Kurt. Comprendí que todo lo que nos sucede tiene  una enseñanza, y es bastante más simple de lo que creemos: las buenas se festejan, y las malas no se padecen, simplemente se atraviesan de pie. Es el Fede feliz.

 Y recuerda, estúpido: la suerte es amiga de la acción.


Agradecimientos: 

- A vos, Negro. Y a todo tu ejército de nadies.
- A la cúpula del Revés, por enseñar con claridad todo lo que NO hay que hacer.
- A mis compañeros Libertadores por la banca. El tiempo nos dio la razón.
- A mi familia, y también a quien con su oreja fue muy importante en esa época. 

GRACIAS!

25 abril 2012

DNI FUTBOLERO

Jorge Valdano dijo una vez que "el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes". La frase, ruidosa, me quedó grabada y viene a mi mente cada tanto. ¿Cuál es su verdadero sentido? La pelotita, pasión de multitudes y razón de multitudinarias irracionalidades, ¿ocupa un lugar sobrevalorado en nuestras vidas? Y si así fuera, ¿cómo quedaría aquello de que "se juega como se vive y se vive como se juega"? El fútbol como expresión, el fútbol como identidad.

A través de la historia, y tal como sucedió con casi todo -salvo el amor, el odio y la muerte- el fútbol fue mutando, cambiando de forma, de sentido e incluso de paradigmas. Sin ponerme demasiado etimológico, simplemente diré que el fútbol es un deporte como cualquier otro, es decir, un juego instrumentado con reglas que lo hacen competitivo sin perder su sentido lúdico y recreativo. Claro está que en 2012, tiempos avanzados de cólera capitalista y resultadista en todos los órdenes de la vida, la idea conceptual del "juego" es bastante utópica.

Retomando la frase inicial, y parafraseando al personaje de Guillermo Francella en la película El secreto de sus ojos, "uno puede cambiar de cara, de familia, de novia, de Dios. Pero no puede cambiar de pasión". Somos seres emocionales, nos manejamos con nuestra lógica subjetiva que se va al carajo cuando el sentimiento se antepone; uno puede razonar, ciertamente, que la devoción por un juego es notoriamente demagógica e inútil, teniendo tantas cuestiones infinitamente más importantes para involucrarnos. Me pasa con el fútbol, te pasa vos con tu cantante del siglo pasado, a ella con su colección de carteras, y a mi abuela con sus ñoquis caseros.

"El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes"

Una vez aceptados los parámetros del juego, empieza la discusión. Interminables debates sobre tal o cual equipo, acerca de jugadores y memorables episodios. Todo, absolutamente todo lo que surge de ese intercambio se pone de manifiesto para entender el cómo y el por qué de la idea defendida y de sus precursores. Así como algunos miden la fe a través de su concurrencia a misa, dentro del mundo futbolero existen diferentes grados de intensidad y valencia, una suerte de herramienta para mensurar el grado de conocimiento, de fundamentalismo, o simplemente, del más idiota de los fanatismos.

Desde el más pobre al más poderoso, pasando por el más lujoso y sin dejar de lado al más efectivo. Todo es, a priori, admisible. Los números, fríos pero reales, así lo avalan: todas las maneras han conocido la miel y el veneno. Pero las formas muchas veces hacen que la discusión recorra otros matices, ya que el espectador puede sentirse representado -o no- con lo que observa. Ya no pasa solamente por ver quién gana "lo lúdico". Sentido de pertenencia, valores, identificación. Todo eso, condimentado con el ineludible azar de una pelota que pica sobre 22 tipos que juegan con ganas, con necesidades y sin desconocer la existencia de esa masa homogénea pero volátil, que somos los que miramos desde el otro lado.


Reducir el panorama entre quienes nos parecen buenos y malos, sería por lo menos insuficiente. Sobre todo, cuando en esa reducción importa tanto el resultado y la inmediatez enfermiza para conseguirlo. El fútbol es abarcativo y en él conviven infinitos fenómenos sociales: desde el dirigente corrupto que apaña al barrabrava pero lo denuncia ante las cámaras, hasta esos 10 tipos que escupen al arquero rival y aplauden al propio. Todo es legal, todo es válido, mientras que esté comúnmente aceptado en este submundo.

Las urgencias, los estilos y sobre todo, el exitismo reinante en todas las sociedades actuales, recrean un panorama tan dinámico como cruel para con aquellos que tengan el tupé de defender una identidad, ya no sólo futbolística, sino también una identidad que los represente fuera del estadio. Quizás, alguien, en algún momento, nos deba aclarar que le estaríamos pidiendo demasiado a la pelotita. Pero mientras ella siga rodando impunemente, caprichosa e impredecible, tendremos dónde resguardar eso que nos sobra.

"Se juega como se vive, y se vive como se juega"

02 abril 2012

Memorias del pibe

Nací en abril de 1986. De chico pensaba que para el año 2000 los autos volarían y que el HIV se curaría en farmacias. Con los años entendí que el combustible y la industria farmacéutica no le pertenecen a los tipos como yo. Como nos sucede a todos, nos criamos en el mismo ámbito y compartimos las mismas verdades del tiempo en que crecimos. Los límites del bien y del mal, los fijabamos en el día a día, con la experiencia o con el chirlo a tiempo. Lo que nos bombardeaban los medios, los graffitis, las anécdotas en la mesa y los mitos en las calles penetraban en nuestra piel formando pertenencia e identidad. Los milicos, las Malvinas, Maradona, y un sentimiento que jamás será cubierto por un manto de neblina.

Todos sabíamos que Diego Maradona era el mejor de lo mejor que teníamos, aunque claro, muchos de nosotros recién lo comprobamos de mas grandes, vía VHS y, bastante después, a través de YouTube. En aquel petiso retacón había mucho mas que el mejor jugador de fútbol de la historia: era argentino, y además, había hecho justicia en el año en que nacimos. El estadio Azteca de México se sitúa a 15 mil kilómetros de esas 2 islas que el 99% de los argentinos jamás conoció ni conocerá. El ruido estremecedor de las bombas, el hedor de la sangre y esas gargantas estrujadas de dolor cesaron en nuestra conciencia de repente, cuando el Genio frotó la lámpara. Primero fue una argentinada, una mojada de oreja a los inventores del fútbol. Nacía la Mano de Dios, y se confirmaba su rol celestial minutos después, con la mejor muestra de potrero jamás vista en un Mundial. Argentina 2, Inglaterra 0. Poco importaba que las Malvinas no serían devueltas por un partido de fútbol, mucho menos que en las tribunas los barras argentinos hacían su justicia ante los hooligans ingleses. Era nuestra efímera y placentera justicia, ahí donde no hay armas ni petróleo, ahí donde el arte y el talento no se compran ni se expropian.

Cuatro años antes, se desataba la Guerra de Malvinas. Tan inútil como inoportuna, fue la última intentona de un régimen militar que se caía a pedazos y que apeló a lo mas profundo que tiene un pueblo: su identidad. El éxito del Mundial ´78 había dado resultado, era tiempo de otro circo que justifique la barbarie. La sociedad argentina, tan dividida entonces como ahora, se debatía entre moralismos y patriotismos estúpidos. La derecha apoyaba, el centro miraba para otro lado, y la izquierda se oponía con discursos confusos e insuficientes. El común denominador de la gente seguía en su nebulosa de pasiva indecisión y, por las dudas, cerraba con llave cualquier interrogante.

El mundo miraba hacia el sur, el desarrollo de una batalla con obvio descenlace. Las semanas previas al 2 de abril, las naciones mas poderosas de la tierra fueron claras: su neutralidad, sumada a la de la ONU, hablaban en silencio. Sólo países menores como Perú y Cuba brindaron su verdadero apoyo; las cartas ya estaban marcadas antes de ser repartidas. Tan sólo 2 meses duró la desigual contienda que enfrentó a soldados británicos con adolescentes argentinos. Los chocolates y las cartas de familiares retenidas por la Junta Militar parecían nada comparados con el "Estamos ganando" de Gente y Clarín. La posterior rendición y consecuente pérdida de las Islas Malvinas marcaron el desgaste final del proceso cívico-militar mas sangriento de nuestro país, instaurándo meses mas tarde el retorno a la democracia.

Nuestra historia es como la de aquel pibe que todos conocemos, ese que no tuvo límites y fue criado a los ponchazos. Amigo de la conformidad, novio de la conveniencia y amante de los placeres efímeros. Ese pibe que come de tu plato y sólo entiende cuando el cachetazo ya lo dejó de culo. Pasó hace 30 años, pero también pasó hace 200, se repitió hace 100 y, cíclicamente reincide hasta nuestros días. El enemigo cambia de forma y de color, pero sigue teniendo los mismos vicios tiranos. Los demonios que atormentaron a nuestro país siguen estando allí, tras bastidores, esperando su momento, frotándose las manos hasta asestarle otro golpe letal al pibe maleducado.

Hoy, un nuevo sentimiento de identidad se está forjando en nuestros pibes. También se expandió hacia los jóvenes y hacia los no tanto. El reclamo, válido en 1982 y también en 2012 sigue siendo uno de los nortes de la brújula nacional, pero el este y el oeste están ahora mejor divisados. El tiempo supo identificar a los genocidas, responsabilizar a quienes correspondía por la aberración de ir a una guerra innecesaria,  sea con la cárcel o con el repudio popular. Por mucho que lo deseen las víboras, Argentina no volverá a la lucha armada: ya no la desea ni la necesita. Los componentes cívicos de aquellos tiempos, escudados en el campo, en los medios, en la Iglesia y en las altas esferas empresariales siguen intentando dañar, pero ahora desde otro lugar, más reducido y bien expuesto. Por suerte, hoy las verdades que forman al pibe lo dejan ver más allá del celeste y del blanco y le aclaran, entre tanta neblina, que el enemigo no siempre habla inglés.

30 diciembre 2011

FRENTE AL ESPEJO (Felicidades)

Otro año que se va, otro calendario en el recuerdo y otro nuevo en la heladera. Con nostalgia y algunas gotitas de sabiduría, -más apropiadas para alguien realmente nostálgico y sabio, vale aclarar-  siento el traste en la silla para dejar registro de algunas sensaciones que, algo me dice, en el futuro próximo volveré a leer con una óptica renovada. A ver qué sale...

Así como para un contador realizar un balance es una tarea ardua y de la cual tomará elementos para el recuerdo y posteriores charlas entre profesionales de la materia, o bien como para un bombero hablar del incendio tal o cual es algo inolvidable, todos desde nuestros lugares, únicos e irrepetibles, creemos que nuestra historia, nuestra realidad y sobre todo, nuestros problemas, son únicos, irrepetibles y provocadores de grandes dolores de orto. Sepa amigo lector, que esto no es así. Anótelo por ahí: absolutamente nada es tan terrible como parece.

Durante 24 años viví una vida normal, una vida más. El niño creció, se emborrachó, se peleó, disfrutó, gritó, trabajó, durmió, amó y odió. Claro, tuve mis quilombos como todo mortal que se precie de tal, pero en líneas generales soy un agradecido de lo que tengo, de lo que pude, de lo que quise y de lo que todavía busco. Soy lo que soy, de la manera que me hice, soy mi pasado, soy mi presente y de alguna manera, moldeo mi futuro hasta que sea el momento de acompañar a La Morocha.

Hace un año me dieron la mayor -y mejor- patada en el culo de mi vida. El tablero de ajedrez, que parecía firme y bien proyectado, aún con sus defectos, se voló con la tormenta. Tal como suele ocurrirnos a los que creemos que estas cosas siempre le ocurren a los demas, coincidieron distintos factores para que la granada estalle en mis manos, conociendo el fuego de los quemados. Este tipo de cosas deberían ser mas frecuentes en la vida de todos; es sorprendente lo fácil que se pueden divisar las caretas en el carnaval. Sobreviví el verano, me aferré a unos pocos, le solté la mano a unos cuantos, y seguí. Y me prometí seguir a ver qué había atrás del fuego. Y seguí, nomás...

Este 2011 que se va no fue un año mas en mi existencia. Vaya paradoja, empezó como el año mas terrible de mi vida, pero terminó siendo el más productivo en mi crecimiento personal. Avancé como nunca en la facultad, pude cambiar ese laburo de mierda que tenía, mal que mal cambié mi auto (aunque por un Ford...), junto con mi familia nos mudamos a una casa hermosa y, lo que vale mas que la suma de todo lo anterior, pude encontrarme conmigo mismo después de muchos años de hacer la plancha. Hoy no me callo, hoy digo, hoy hago.

Es curioso ver cómo aparece gente nueva, cómo reflotan otros tantos, y cómo otros te sorprenden. A lo largo de este año conocí mucha gente, sería inútil e impreciso dar nombres, todos y cada uno de ellos/as saben quiénes son. Con mucho o poco, han sabido darme su oreja, su copa, su sonrisa o sus puteadas en el momento preciso. Hasta me di el lujo, en el medio del vendaval, de sentir cosas que hacía mucho tiempo no sentía. En 2012 veremos, flaca...

Como reflexión final me gustaría dejar constancia que el tiempo perdido no vuelve, porque nunca está perdido, sino que está invertido. Los tiempos de cada uno son eso,de cada uno. Se sufren o se disfrutan de acuerdo a lo que pasa por la cañería. Hoy mientras me lavaba los dientes, me miré a los ojos frente al espejo. Me vi con fuerza, me vi entero, me vi herido pero de pie. Y me di cuenta que a pesar de las cicatrizes, me encanta ser quien soy ¡Es un ejercicio de puta madre!

Mañana, cuando levante la copa, como ejercicio final... le dedicaré 1 segundo a todos los personajes de este año 2011. A los que estuvieron y aportaron, a los que se alejaron y me enseñaron. A los del presente, un abrazo. A los del futuro, un apretón de mano. Y a los del pasado, palmadita en la espalda, buena suerte y hasta luego...

Que tengan todos mis afectos un muy Feliz Año Nuevo. ¡Salud!

27 octubre 2011

SIN LUGAR PARA LOS TIBIOS

Volví. Volví para hacer catarsis, una vez más. Esta vez apuntaré a escribir acerca de lo que pienso - y siento- del momento que atraviesa una de mis pasiones, acaso la más profunda de las intangibles, mi querido Club Atlético Temperley. Sumergido en mas de una década de desmanejos institucionales, golpeado por la corrupción y avergonzado del crecimiento -justo o no- del resto de los clubes de la zona, hoy el Celeste sigue en el quirófano y los cirujanos que lo intervienen, parecen haber estudiado arquitectura. ¿Habrá luz al final del túnel?

Flashback para ponernos en tema: fundado en 1912, ascenso amateur a la Primera División en 1923, grandes campañas en la década del ´40 y ´50, excelentes equipos a comienzos de los ´70 -ascenso a la A incluído-, retorno a Primera en 1982, un par de geniales campañas en la elite, descenso en 1987 tras un manto de sospechas, crisis económica, quiebra, cierre de instalaciones y a centímetros del remate. Durante 2 años (91-93) Temperley no participó de torneos de AFA. Parece imposible imaginar un caso similar en la actualidad, por grande que sea la deuda. Resurgió. Volvió desde la Primera C, categoría en la cual debió arrancar por decreto, reventó boleterías y derramó lágrimas, llegó a jugar Nacional B en 2 oportunidades, la última en 2000. A partir de allí, plancha en la B Metropolitana, con contadas oportunidades concretas de ascender, todas ellas salpicadas por sospechas internas y externas.

La interna política del Club no era tal hasta no hace muchos años. Tras el regreso del club post-quiebra, apenas una elección en 17 años. Siempre lista única, siempre muchas críticas, siempre los mismos; pocas manos se levantaban, porque pocas manos había: Temperley era un incendio no apto para cualquiera. Claro, el interminable pago de la quiebra, sumado a diferentes compromisos asumidos a largo plazo, quitaban la posibilidad de un crecimiento sostenido a todo nivel. Poner un ladrillo era poco menos que utópico. La falta de una oposición real, otorgaba poder absoluto. En el medio, soportar ascensos de todos los vecinos: Los Andes, Quilmes y Banfield jugaron al menos una vez en Primera del 2000 para acá. Sumando a Lanús, se completa la otra cara de la moneda, la que en la década del ´80 tenía a los 4 nombrados jugando en la B, mientras que el Gasolero se floreaba en Primera y era la envidia del Sur.

En la última década, el poder político y el poder económico, representado escencialmente con los Municipios y las Salas de Juego (Bingos y Casinos) se han involucrado en el manejo del fútbol como nunca antes. El fútbol como herramienta de gestión y lavado, de dinero y de imagen. Los cráneos que deciden lo importante, vieron la veta y jugaron sus fichas. En el partido de Lomas de Zamora, sólo hay lugar para el que realmente es negocio, el que juega en las ligas mayores, el que teje redes comerciales con la AFA, con el Jefe de Gobierno de la Ciudad, con la Municipalidad y con el duhaldismo: Banfield. Licitaciones fantasmas, entrega de terrenos, recitales, convenios inéditos, todo para el verdiblanco. La época de Los Andes parece haber pasado transitoriamente, pero dejó una tribuna nueva y varios presupuestos desorbitantes para la tercera categoría del fútbol argentino, lo que se tradució en un par de ascensos en el último lustro. Claro, antes de pasar de moda, hubo pasacalles de agradecimiento. Temperley, una vez más, la vio pasar de largo.

Está claro que no es la única manera. Cuesta el doble, pero sin padrinos también se puede y el sabor es infinitamente superior. Ejemplos sobran. El cómo es la materia pendiente para todos los Gasoleros. Hace un año y monedas, Mauro Morrone (hijo de Antonio, presidente en 1983) le ganó la presidencia al anterior régimen con el 75% de los votos. Morrone, con nula participación en la vida social del Club, fue la alternativa al cambio. Contador, con un apellido asociado a épocas de prosperidad, prometía limpieza, seriedad, un proyecto integral de fútbol y sumó a su campaña a diferentes actores fundamentales de Temperley. Su gestión hasta aquí fue propia de una persona que no sabe escuchar; un gobierno que gobierna puertas para adentro, y que, indefectiblemente, no tardará mucho en encontrar la salida por la ventana.

En menos de 16 meses, Mauro pasó de ser "el cambio" a ser, para muchos, el objeto a cambiar: rotundos fracasos futbolísticos, con 4 técnicos en 1 año, sendas renuncias en la CD y juicios laborales incluído el de Walter Céspedes, objeto de campaña del morronismo, encendieron una mecha muy corta. La figura de Don Antonio, su padre, quien no es miembro de CD pero hace y deshace a su gusto, acrecentó el disgusto general. Poco queda de aquella frase poco feliz del por entonces candidato a presidente: "Temperley está en una dictadura" haciendo referencia a la gestión anterior. ¿Cómo catalogar entonces, un régimen manejado sin Presupuesto, sin cumplir el Estatuto vigente, sin aprobar el Balance, y con permanentes reuniones secretas de CD? ¿Puede un presidente, siendo contador público, perder una Asamblea por no estar el Balance presentado en condiciones, en un club donde jamás se rechazó un ejercicio? Morrone lo hizo.

Como suele pasar en los clubes de fútbol, una gestión puede ser buena o mala, pero las flores o los petardos aparecen si la pelotita entra o no. Luego de la peor campaña en la B con Ricardo Dabrowski, Morrone eligió a Guillermo Duró para armar un equipo competitivo, prometiendo "5 o 6 jugadores de jerarquía, para potenciar a los del club". Claro, se le pasó por alto que antes de contratar al entrenador, ya habían firmado 3 jugadores que el propio Duró no pidió. Tras ellos, firmaron otros 14 futbolistas -vale aclarar, con la anuencia del DT- para dar un total de 17 incorporaciones, algunas de las cuales no jugaron o lo hicieron muy poco. Que la gran mayoría sean del mismo representante, dice mucho. Que se hayan negociado jugadores de los que algunos porcentajes habían sido vendidos en la gestión anterior, dice bastante. El resultado es propio de un experimento malparido, atado con alambre y manejado a los gritos por un hombre mayor: Duró apenas duró 13 partidos, el plantel está evidentemente mal armado y el Promedio empieza a ser una preocupación certera.

Ayer firmó Ricardo Rezza como Mánager, y el ignoto Adrián Adrover como DT. De jugar con los pibes bajo la batuta de Dabrowski, a traer 17 profesionales con Duró, para luego contratar un Mánager y un DT sin experiencia alguna en el fútbol profesional. La situación es, cuando menos, preocupante; la ideología, nula y los proyectos, un verso.

Ante este panorama, la tensión institucional va en aumento. Al oficialismo se le caen soldados a diario, algunos asqueados de la soberbia imperante, otros cansados de ser ninguneados. De un tiempo a esta parte, una alternativa está empezando a forjarse. La unión de diversas agrupaciones, convencidas que a Temperley lo sacamos entre todos, o no lo saca nadie, dan muestra de sanas intenciones para el futuro del Club. Poco se sabe aún de esta fusión entre distintos sectores, pero una cosa está clara: hay que arremangarse, laburar, y sobre todo, saber escuchar. La pregunta se cae de madura, ¿por qué no se presentaron a las elecciones? Quizás la respuesta mas racional, apunte a la necesidad de tocar fondo para dar cuenta de la urgencia del volantazo. En Temperley, en contraposición con la creencia popular, no somos tantos.  Suena a latiguillo, pero no deja de ser cierto, sólo el diálogo, el orden y la fiscalización mancomunada de TODOS hará que el elefante dormido se levante de una puta vez. Tibios, abstenerse.